en el tiempo 2009
Palacio Pimentel. Valladolid
“La sombra no existe. Lo que tú llamas sombra es la luz que no ves”. Henri Barbusse. El vaivén de las sensaciones
Hilos de algodon sobre una estructura de metacrilato y sistema de led,s con un bucle de cambio de color grabado. Medidas variables.
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“La sombra no existe. Lo que tú llamas sombra es la luz que no ves”.
Henri BarbusseEl vaivén de las sensaciones
Por Javier Díaz-GuardiolaPodría dar la impresión de que se trata de los restos de un naufragio, fragmentos de dos cetáceos que perdieron el rumbo y encallaron en las salas de este Palacio de Pimentel, en Valladolid, que ahora los alberga. También tienen algo de alado, de estructura voladora a los que una mala ráfaga de viento precipitó al vacío y estrelló contra la tierra. Un Ícaro moderno partido por la mitad. El tamaño de ambas piezas, sus materiales, el escenario en el que se desarrolla la escena, los juegos lumínicos y de penumbra que se generan dan pie a más de una ensoñación, al fluir rápido de los pensamientos y las evocaciones. En buena medida, eso es lo que persigue Mercedes Lara (Daimiel, Ciudad Real, 1967), su autora.
Procedo a describirlas con la asepsia que le es propia al científico, para que no intervengan en la primera valoración las subjetividades inherentes al individuo, todavía más, si es contemporáneo, como estos trabajos de la manchega. Se trata de dos grandes estructuras de madera que, a modo de bastidor, sirven a su autora de marco gigante para tejer con hilo y componer una superficie más o menos plana pero en absoluto rígida; azul en uno de los casos; rojo en el otro. El resultado final es ondulante, y hasta podríamos decir que liviano, pese al tamaño de ambas piezas, que parecen gravitar sobre el suelo de las salas que las protege. Y lo que podrían parecer dos artefactos inertes, inútiles, subyacentes, son la base fundamental de este último trabajo experimental de Mercedes Lara. Estas enormes instalaciones no son el fin en sí mismo, sino el medio por el cual su creadora sigue profundizando en sus investigaciones sobre las propiedades físicas y perceptivas de la pintura. Y la base continúa siendo el color y la luz: dos potentes focos, casi cañones láser, proyectan sus haces sobre la maraña tejida, reflejando consideraciones que trascienden las mismas piezas, expanden el concepto de lo pictórico y sumen las estancias en un ambiente cálido en el que todo se impregna de acontecimiento. Estas luces no son fijas, sino que en su rotación y cambio de tono e intensidad no limitan el resultado final a un único “cuadro” a una única superficie pictórica. No en vano, Lara ha titulado este conjunto “En el tiempo”…
Dicen que por el humo se sabe dónde está el fuego. Tirando del hilo, el mismo que Penélope tejía de día y destejía de noche; uno parecido al que condenó a Ariadna; aquél del que se sirvió Teseo para encontrar la salida en el laberinto, llegamos al corazón de los intereses de Mercedes Lara. Y resulta que la comparación no es baladí, pues de tramas y marañas está repleta la trayectoria de esta artista. Una cortina de hilos alineados verticalmente daba paso a su instalación Interferencias (2005), para el Espacio Contemporáneo Archivo de Toledo. Y también las urdimbres de hilos pegados sobre las superficies pictóricas de sus cuadros completaban las veladuras propias de sus pinturas de la serie Transluz (2006). Ahora no se trata tanto de que sus finas retículas dejen intuir o faciliten la ocultación. Su acumulación crea la tupida base que da pie a la ampliación de los intereses pictóricos de esta creadora. A Lara le ha ocupado siempre todo lo relacionado con los ritmos (“Entiendo el ritmo como secuencia, sucesión, superposición, como constante flujo que marca el devenir natural de todo lo que nos rodea”1), con el color (“Mercedes busca el color (…) El color primero, el color que nació antes de que nacieran los colores, el color que no necesita luz para iluminarse”2), con la veladura (“Mis cuadros no están vacíos, pero sí velados. La veladura fuerza y acostumbra al ojo a buscar lo que hay detrás del velo”3) y, sobre todo, con la luz (“Yo no quiero hablar de sombras, sino de luces”4). Todo ello adquiere nuevas connotaciones, que dialogan con las que perduran, en Valladolid.
Y aún queda un segundo cabo del que seguir tirando. El de la arquitectura. En el Palacio de Pimentel, Mercedes Lara hace partícipe de las nuevas piezas al entorno. Los claro-oscuros de sus pinturas se reproducen ahora en los espacios de transición entre una sala y otra; en las rotaciones de los focos lumínicos; en sus cambios de tonalidad e intensidad al chocar contra el tejido y proyectarse lejos… La artista tiende hacia una especie de obra de arte total que asume su propia naturaleza postpictórica y el ámbito en el que se despliega. Su antecedente más inmediato fue ese soberbio proyecto que desarrolló el pasado año en su Daimiel natal. Por entonces, se trataba de entablar un diálogo fructífero con el remozado Archivo Municipal y Espacio de Exposiciones del arquitecto Miguel Fisac. Y entonces la luz –y el color– fueron sus grandes aliados. Vanos intervenidos con vinilos, lo que dotaba al conjunto de un espontáneo cromatismo, y falsos pilares que le otorgaban una novedosa perspectiva. En Valladolid, las monumentales estructuras de En el tiempo recuperan resonancias casi gaudinianas, en comunión con la Naturaleza, y los juegos de luces deben entenderse como materia inaprensible que configura una pieza que se agarra a las paredes y se funde con las mismas. Y lo mejor de todo, en este devenir, en este desplazamiento que se produce en la obra de Mercedes Lara, todavía hay lugar para los nuevos hallazgos. La artista se ofrece resuelta, sabedora de haber ganado una batalla. Daimiel marcaba un punto sobre las posibilidades de la luz natural incidiendo en el entorno. Ahora, la naturaleza artificial de los focos permite controlar aún más el proceso y acercarse a conclusiones más precisas, en un proyecto que lo funde todo: lo pictórico con lo instalativo; lo efímero con lo permanente; lo azaroso con lo controlado; lo humano y artesanal con lo tecnificado… Eso es En el tiempo. Y esto llega justo a tiempo.NOTAS
1.- Mercedes Lara. “Interferencias”. Texto para el catálogo publicado con motivo de su participación en Sin.con.texto. ECAT. Toledo, 2005.
2.- Javier del Amo. “Cristal-Era”. Espacio para el Arte Caja Madrid. Madrid (2007-2008).
3.-Declaración de Mercedes Lara incluída en el texto de Cristina Carrillo de Albornoz “En silencio” para “Mercedes Lara. En silencio”. Banco Zaragozano. Zaragoza, 2002, página 11 y recogida por Fernando Castro en “La pintura expandida de Mercedes Lara”, del catálogo “Fisac+Lara”, exposición de 2008 en el Espacio Fisac de Daimiel.
4.- “Memoria de la luz”. Texto de Miguel Cereceda para la exposición de Mercedes Lara “Luces y luces” (2006), en la Sala de Exposiciones El Episcopio (Ávila).